El pasado día 21 de diciembre publicaba El País la noticia de que 400 millones de euros invertiría el gobierno gallego en crear 4 millones de metros cuadrados de suelo industrial y 2.000 viviendas protegidas situarán a Ourense entre la Galicia más desarrollada.

"El Val de Rabeda ya había sido codiciado por el gobierno anterior de la Xunta como lugar de inversión empresarial, 'pero se limitaron a hacer parques empresariales sin sentido', manifestó la conselleira. 'Nosotros', añadió, 'lo vemos como el lugar ideal para iniciar el camino de vuelta del atraso, el abandono y el subdesarrollo del interior.'"

Interesante el análisis de Juan Freire, que dice refiendose a como lo expresa El País:

"como por arte de magia, lo que en la costa es especulación, corrupción, urbanismo salvaje y depredación del territorio, en el interior se convierte en calidad de vida, 'exquisito diseño' y desarrollo."

Los comentarios de sus lectores tampoco tienen desperdicio:

"Como pensei sempre, e agora que non vivo das subvencións podo decilo, a mellor política de subvencións é a súa eliminación. É absurdo recadar fondos de empresas e particulares, e crear organismos con abundantes plantillas (IGAPE, Xesgalicia, SGRs,INORDE, Cámaras de Comercio, etc. etc.) para, descontada a su remuneración, volver a destinalos a esas mesmas empresas e particulares."